Doce rondas. Eso es lo que dura un combate de boxeo, pero también lo que podría durar una vida. Así lo veo yo, y es una de las grandes lecciones que me ha enseñado este deporte.
Imagina que tu vida se divide en doce rondas, cada una de siete años. Si tienes la suerte de vivir 84 años, te enfrentarás doce etapas llenas de desafíos y oportunidades.
La vida, como el boxeo, es larga y llena de altibajos. Puedes perder un asalto, pero siempre tendrás la oportunidad de recuperarte en los siguientes. En mi caso, mirando hacia atrás, siento que he perdido unos cuatro asaltos. Durante 25 años, vagué sin rumbo, siguiendo un camino que no era el mío, perdiendo asalto tras asalto, recibiendo golpes sin parar.
Pero todo cambió cuando me atreví a tomar mis propias decisiones. Conquisté Punta Cana con mi camiseta de Barcelover y alcancé el trabajo que siempre había deseado. Y terminé ese cuarto asalto como mochilero en el sudeste asiático. Quizás no gané aquel asalto, pero no tengo ninguna duda de que el quinto asalto será mío. Y con tal dominio que los siguientes caerán también de mi lado.
Hace poco, mandé a la lona a un rival invisible que me ha acompañado durante todo este tiempo: el miedo y la inseguridad. Un enemigo persistente, un cáncer que corroía mi confianza, impidiéndome disfrutar de la vida al 100 %.
Este verano, ese enemigo, casi me impide completar el proyecto más importante de mi vida: mi primer libro. No entendía por qué no podía terminarlo, hasta que me di cuenta de que era mi inseguridad la que me estaba saboteando una vez más, esperando una aprobación externa que nunca llegaría.
Pero entonces, le di un directo de izquierdas y un gancho al hígado a esa inseguridad. Y no creo que se recupere pronto.
Pronto tendréis noticias. Este texto es solo un aperitivo de lo que está por venir.